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En el deporte infantil, el límite entre motivación y presión es delgado y a veces difícil de ver. Nos llegan a diario a la consulta, chicos y chicas que pierden el disfrute del juego cuando las expectativas externas (de padres, entrenadores o incluso de ellos mismos) superan la capacidad de procesarlas emocionalmente.

Reflexión sobre el malestar invisible que muchas personas sienten aunque no tengan un diagnóstico formal, y la importancia de pedir ayuda a tiempo.